Creamos más o menos en las estadísticas, los datos se muestran contundentes, y a pesar de que su presentación puede acabar influyendo en nuestra percepción, determinados parámetros demuestran que algunas de las conclusiones que se publican resultan incontestables. Por ejemplo, que el mercado exterior es el que está salvando a nuestro sector y permitiendo su supervivencia.
Exportar más del doble de lo que consumimos en el mercado interior es algo que podrá gustar más o menos pero que nadie cuestiona. Que las bodegas españolas dirigen sus esfuerzos a mejorar el valor de estas ventas y transformar barcos granelistas en botellas pudiera ser otro de los axiomas del sector.
Pero nada de todo esto es óbice para que descuidemos el mercado interior y, cada uno dentro de sus posibilidades, hagamos un esfuerzo por ese consumidor de cercanía con el que compartimos historia y tradiciones culturales y que le otorgan ese plus de valor de familiaridad y personalidad que demanda el consumidor moderno de vino. ¿O acaso el “padre” de la criatura, el enólogo, no se ha convertido en los últimos años en un “chico para todo”? Hay que conocer bien el fruto, saber qué tratamiento darle y para qué utilizarlo; pero también hay que salir al mercado y enseñarlo, hablar de él, acercarlo a los compradores como solo quién lo ha parido sabe. Y es que aún hay más, hay que acompañarlo y apadrinarlo cuando debe demostrar de lo que es capaz en una mesa.
Que luego tenemos que salir a vender nuestros vinos fuera, pues salgamos, como lo han hecho 3.921 bodegas españolas durante 2013, superando en un 10,45% a las que lo hicieron el año pasado. Que de esas casi cuatro mil, poco más de mil setecientas lo han hecho de manera ininterrumpida durante los últimos cuatro años. ¡Pues normal! Es que es mucha la competencia. O que solo 94 tuvieron una facturación superior a cinco millones de euros y la mayoría de ellas, 1.415 bodegas, apenas facturaron 5.000€, pues habrá que seguir luchando porque aumenten su facturación. Pero estamos ahí, en primera línea, con productos de gran calidad organoléptica, pero también percibida. Ahora solo nos falta tener fuerzas para seguir luchando por mejorar nuestra imagen y que tenga su reflejo en el valor.
Tenemos herramientas derivadas de los Planes de Apoyo Nacional (reestructuración, promoción, inversiones…) que nos deberían ayudar, y sabemos que una interprofesional útil para todos los colectivos que la integran serviría para mejorar la situación de los mercados y de sus precios. Pues hagámoslo. No va a venir nadie, ni de esta o aquella administración, a hacerlo por nosotros.