A estas alturas ya quedan pocos que no sean conscientes del cambio que está experimentando nuestro sector, y los grandes esfuerzos que están haciendo todas las partes implicadas por adaptarse a unas condiciones de unos mercados cada vez más exigentes y abiertos. Lo sucedido con las vendimias en este último año, y las grandes dificultades que tuvieron que afrontar cooperativas que antaño fueron criticadas por la sobredimensión de sus instalaciones, justifican en sí mismo esa preocupación que invade a un sector que cada día es más consciente de enfrentarse a un grave problema estructural.
Es posible que lo sucedido con esta cosecha no solo sea consecuencia de la reestructuración, la climatología y el mayor número de vendimiadoras; pero lo que es seguro es que ese cambio se ha producido y el sector debe enfrentarse a sus consecuencias.
Hay que vender más y mejor. Mantener los precios que hemos alcanzado en este último año y transformar diez millones de hectolitros de vino exportado a granel en vino envasado con mayor valor añadido. Incluso los hay que yendo un poco contra corriente ya comienzan a plantearse que “a lo mejor” ha llegado el momento de volver a prestarle algo de atención al mercado interior, e intentar recuperar un poco de su consumo.
¿Pero cómo? Porque la teoría está muy bien, pero por sí mismo no va a suceder. Hay que hacer cosas concretas. ¿De forma individual? ¡Pues hombre!, es posible y habrá a quien le dé resultados, pero parece más lógico pensar que la unión en el objetivo, la definición de acciones y su ejecución lo haría más fácil. Pero para ello es necesario, primero tener la voluntad de hacerlo, y luego encontrar la persona, y posteriormente la institución, que lo lleve a cabo.
Tienes toda la razón y por ello te mando el poema de Lope de Vega:
Juntáronse los ratones
para librarse del gato,
y después de un largo rato
de disputas y opiniones
dijeron que acertarían en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él
guardarse mejor podrían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y encrespando el grueso lomo
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
– ¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
el cascabel al gato?