Pasar de 38,86 millones de hectolitros publicados como estimación de cosecha del Magrama en junio a 50,58 en noviembre no parece que sea un dato que pueda deberse a una mejora en las condiciones climáticas y sus repercusiones en la producción. Más bien hace pensar que, o el Ministerio no cuenta con recursos suficientes como para publicar una información coherente y adecuada a la realidad de la producción, o que, dejados llevar por un exceso de recelo en sus estimaciones, optan por dejar que sea el propio sector el que averigüe cuál puede ser la cosecha y sea él el que acarree con las consecuencia que su estimación pudiera tener en los precios, primero de las uvas y posteriormente de los mostos y vinos.
Pero tranquilos porque no parece importarle mucho al sector, ya que sí saben criticar y poner en duda la independencia de los medios a la hora de publicar sus estimaciones, llegándolos a señalar como los responsables de los precios (sean unos u otros), pero permanecen callados ante la falta de información de un Ministerio que pagamos todos, y unas estimaciones que están a años luz de las que a nivel empresarial se barajan.
Claro que cabe la posibilidad también, de pensar que este trabajo de publicar información estadística con el que permitir a las empresas del sector tomar las decisiones necesarias en la planificación de su campaña, hayan decidido externalizarla hacia empresas ajenas a la administración pública. El problema es que estas empresas ya no cuentan con las subvenciones de antaño y que para subsistir deben cobrarla, aunque cuando sí las recibían, también cobraran la información.
Pero quedémonos con lo bueno. Ya tenemos una cifra oficial más cercana a lo que puede haber sido la cosecha de 2013, los precios medios en exportación aguantan, el mercado sostiene sus cotizaciones y el consumo parece haber tocado fondo. Aunque, por encima de todo esto, resaltemos que nuestro sector dispone de suficiente información para poder trabajar al margen de Ministerios y organismos oficiales.