A las excelentes noticias económicas que están publicándose en estos días, y que anuncian una “tímida” recuperación de nuestra economía, quisiera añadir aquellas estrictamente vitivinícolas y que permiten afrontar el futuro más inmediato de nuestro sector con cierto optimismo.
Importante resulta que el año 2013 haya acabado con más de ciento cuarenta mil parados menos. Que la deuda de las familias y empresas haya descendido. Que la prima de riesgo se sitúe cercana a los doscientos puntos. Que la bolsa se haya revalorizado algo más de un veinte por ciento… Pero nada de todo eso sería suficiente si no tuviese su traslado al sector.
Perder un 12,5% del volumen en los diez primeros meses del año, o un 13,9% en cifras interanuales, podría parecer lo contrario. Pero si tenemos en cuenta que solo en el mes de octubre el volumen creció en un 18,5% o que en términos de valor en el acumulado del año hemos crecido un 7,8%, en el interanual un 7,2% y en el mensual un 11,0%; y que todo esto ha sucedido en un mes en el que las estimaciones de las cosechas europeas ya eran mucho más fiables y los operadores contaban con información suficiente como para hacer sus previsiones de abastecimiento para la campaña 2013/14; entenderán más fácilmente mi optimismo.
Si, además, tenemos en consideración que aquel precio medio de 1,14 €/litro del interanual de octubre’12 se ha elevado hasta el 1,42 €/litro en el del 2013, las cosas todavía son más esperanzadoras, ya que el temor a un desplome en las cotizaciones se hace más tenue, como así confirma el hecho de que el precio medio en octubre’13 “solo” haya caído un 6,4% y se sitúe en 1,49 €/litro.
Pero cuidado con lanzar las campanas al vuelo y pasarnos de la raya en nuestras aspiraciones, que estamos hablando del primer mes real de campaña y sabemos que las cosas pueden cambiar radicalmente en muy poco tiempo. Y no podemos olvidar que el propósito para esta campaña en este mercado estaría en el entorno de los veinticuatro millones de hectolitros.