Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura -comparte competencias con la Alimentación y Medio Ambiente (Magrama)-, el consumo medio de vino en España durante el año 2012 fue de 10,58 litros en el hogar, única información que se encuentra disponible, ya que para el canal Horeca lo único que se ha publicado es que el consumo ha aumentado un 0,8% con respecto al año anterior. El detalle no estará disponible ni para el año 2011, ni el 2012, ya que el recorte del anterior equipo ministerial se lo llevó por delante.
Este dato en hogares supone un 1,42% más que el pasado año, lo que, puestas las objeciones que se quieran poner, es muy positivo.
Pero cuidado, tampoco vayamos a perder de vista lo que ha sucedido con la alimentación en general, para la cual sí hay datos extradomésticos y estos señalan un descenso en el gasto del -4,1% en este canal, mientras el del hogar aumenta +0,2%. Y aunque, efectivamente, no es posible hacer una relación directa entre lo sucedido en la alimentación y lo que puede haber sucedido con los vinos cuyo volumen aumenta +0,8%, se hace bastante difícil poder imaginar que un producto que no es de primera necesidad haya tenido mejores cifras en valor.
Si, además, tenemos en cuenta que las bodegas están haciendo bien poco por este nicho de mercado, que la restauración sigue empeñada en obtenerle al vino lo que no es capaz de sacarle al menú, por más que sepamos que la restauración española es de las que trabaja con menores márgenes sobre los precios de compra en el mundo; o que los datos del balance vitivinícola no animan a pensar que el consumo global pueda haber aumentado; lo más prudente parece seguir pensando que el consumo se ha estabilizado y se ha frenado esa sangría en la que se había convertido la pérdida de consumo de vino en España.
Considerando que los vinos con denominación son los que mayores pérdidas de consumo presentan (-3,51%), los espumosos no le quedan muy lejos (-3,02%) y, solo los de mesa (+3,6%) y las bebidas elaboradas a base de vino (+8,78%) se muestran con signos positivos en lo que respecta a los volúmenes, deberíamos pensar que no solo en términos de valor nuestro consumo es más barato, al haber descendido un 1,91%, sino que además estamos sacrificando calidad. Justo lo contrario de lo que ocurría cuando esgrimíamos aspectos de calidad para justificar la pérdida de consumo.
Pero, mejor no hagamos leña del árbol caído. Valoremos que el valor en los vinos sin denominación aumenta y aprovechemos los excelentes precios de nuestros vinos, con denominación y sin ella, para seguir abriendo nuevos mercados, consolidando los actuales y recuperando el más próximo.