Nunca es tarde

En un país en el que el turismo representa la primera fuente de ingresos, las iniciativas dirigidas a ligar turismo y bodegas son siempre una buena noticia. La proliferación de rutas enoturísticas en estos últimos años ha situado a nuestro país en los primeros puestos del mundo en este tipo de proyectos. Buena muestra de ello fue la pasada edición de Fitur (Feria Internacional de Turismo) y segundo salón del mundo en importancia en este sector.

Resulta difícil saber qué parte de responsabilidad tiene en este cambio de estrategia la posibilidad de ver próxima la recuperación del consumo interno y qué parte es consecuencia de lo que está sucediendo con nuestras exportaciones, que están mostrando todas sus miserias, especialmente concretadas en la pérdida de volúmenes de mucha importancia como consecuencia de un aumento en el precio.

Perder un 27,9% del volumen exportado en enero con respecto al mismo mes del año anterior, o el 13,3% si tomamos datos interanuales y consideramos mostos y vinagres, son ratios que deberían hacernos reflexionar sobre el futuro de nuestras exportaciones y, por extensión de nuestro sector. Porque si resulta que cuando el precio de la uva crece hasta situarse en niveles que hacen rentable el cultivo de la viña, o el del vino alcanza cuotas capaces de aportar resultados positivos en las cuentas de resultados de las bodegas granelistas; aquellas que han apostado por el mercado exterior de un producto de mayor valor añadido no son capaces de repercutir esos costes en origen y deben asumir pérdidas, tenemos un serio problema.

Hemos pasado de tener cerradas nuestras bodegas a cal y canto, a abrirlas todas y meternos en importantes inversiones en obras sociales que permitan disponer de una bodega “para enseñar”. De tener un mercado local y de escasa visión comercial, a querer comernos el mundo. Somos un país de bandazos, lo sabemos, pero cada día la economía está más globalizada, las consecuencias de lo que sucede en el otro lado del mundo nos repercuten de forma más fácil y rápida y nuestras reacciones deben responder a estas circunstancias.

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