Visto tal y como está evolucionando el mercado, no ya solo el interno (al que muchos dan por perdido este año), sino también el de exportación, con caídas más que significativas en los volúmenes, especialmente en los graneles. Considerando los importantes problemas a los que están teniendo que hacer frente las bodegas embotelladoras, ante la imposibilidad de poder repercutir la totalidad de la subida del precio de la materia prima que han tenido que soportar esta campaña. Conocer lo que pueda suceder en Argentina se hace más necesario que nunca.
Ante todo porque estar informado es la primera misión de cualquiera que tenga la responsabilidad de tomar decisiones y sobre todo porque, lo que hasta ahora solo está siendo una suave caída en los precios, puede convertirse en un grave problema en los próximos meses. Para todos.
Para los bodegueros porque acudirán fuera a abastecerse, pero especialmente porque se verán con compras comprometidas a unos precios superiores a los actuales y unas cuentas de resultados verdaderamente preocupantes. Y para los viticultores, porque de darse la vuelta la situación podríamos volver a precios ruinosos que pusieran en cuestión la rentabilidad del viñedo.
En todo esto Argentina tiene mucho que decir. Sus previsiones de cosecha ostensiblemente mayores a las del pasado año, un 26% según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, son respaldadas por el colectivo enológico, que destaca su coincidencia con el vaticinio realizado semanas atrás por el organismo oficial y eleva hasta el veintinueve el incremento con respecto la pasada cosecha en Mendoza, principal región vitivinícola.
Sobre la otra gran cuestión que preocupa a las empresas españolas: los precios, de momento lo que se sabe es que han comenzado las reuniones, que el precio del kilo de manzana ha bajado por la sobreproducción de la fruta y que para la uva se baraja una horquilla entre 0,14 y 0,15 dólares por kilo de uva, aunque las primeras operaciones se han cerrado a trece céntimos de dólar.