Parece, a tenor de los datos presentados por el ministro del ramo, que la alimentación está trasladándose del canal Horeca al hogar. Como consecuencia, precisamente, de la necesidad de los españoles de reducir el gasto, ante la situación económica que vivimos y que está suponiendo una importante pérdida de renta para la población.
Noticia que en sí mismo no debería sorprendernos, especialmente porque lo llevamos evidenciando desde hace mucho tiempo en nuestro sector; si no fuera porque supone un cambio cualitativo en la misma estrategia del Ministerio, que recupera la información de Hostelería y Restauración, después de dos años y que, como presumíamos, pone en evidencia la escasa atención que le han prestado bodegas y comunicadores a esta traslación de consumo.
Sabemos nosotros, de primera mano, que la comunicación y los medios de llegar a los consumidores están cambiando de manera vertiginosa. Que cada vez adquieren más relevancia todos aquellos relacionados con las redes sociales y que la información que en ellos se vuelca no siempre es imparcial, ni desinteresada y ni mucho menos, contrastada. Incluso así, casi diariamente aparecen nuevos “expertos” o simples aficionados dispuestos a comentar sus experiencias.
Con todo y con eso, se podría asegurar que los mensajes siguen sin llegar a los consumidores, que siguen mostrando un gran rechazo hacia el vino, provocado especialmente por la gran necesidad de conocimientos previos que requiere elegir o abrir una botella. Conocimientos, sin duda enriquecedores, pero que no deberían ser nunca una barrera a su consumo. Y, ante esto, las bodegas deberían hacer un esfuerzo por cambiar el mensaje y la forma de llegar a los consumidores.
Nos estamos equivocando, estamos atendiendo a un frente pero descuidando otro y eso no es bueno. Lo hemos hecho con el Horeca, apartando al hogar. Con los vinos de estructura, frente los ligeros y sencillos. Los de packaging lujoso, antes que los sencillos y actuales. Con términos técnicos y tradicionales frente a un lenguaje coloquial y actual.
A pesar de lo abultado de nuestras exportaciones o misma producción y superficie, estamos a tiempo de definir el rumbo que queremos tomar como país y, de forma individual, cada una de nuestras bodegas. Pero necesitamos definirnos.