Si de algo podemos presumir desde este sector, es de exportar. Unas veces por miras de futuro y, otras más, por necesidad, la verdad es que las bodegas españolas llevan muchos años dedicando grandes esfuerzos, de todo tipo, a abrir nuevos mercados y consolidar los ya existentes.
Por primera vez en la historia, durante el primer trimestre de este año nuestro saldo comercial general (diferencia entre los bienes y servicios que vendemos y los que compramos) ha registrado un dato positivo de 600 millones de euros. Consolidando así las previsiones formuladas por la Comisión Europea, en el pasado mes de febrero, en el que le auguraba a nuestro país ocupar la cabeza en el crecimiento de sus exportaciones, dando por válidas las previsiones del Ejecutivo que prevé este año se cierre con un saldo positivo.
Dicho así no parecería una mala noticia, si no fuera porque frente al aumento de la competitividad de nuestras empresas, que les ha permitido aguantar el chaparrón mucho mejor que Francia (-2,3%) o Reino Unido (-3,1%) en febrero (los datos de marzo no se conocerán hasta el viernes), se encuentra la caída del consumo e inversión de nuestras mercantiles.
Las cifras de nuestras exportaciones ponen en evidencia el gran esfuerzo realizado por el conjunto del sector, pero no solo eso. También sacan al aire algunas de nuestras miserias, como la gran rigidez de los mercados ante el crecimiento de los precios y que ha provocado un descenso notable en su volumen.
Dejando a un lado cuestiones de índole macroeconómico, convendría no olvidar que no es lo mismo productividad que competitividad, o que los datos de crecimiento no siempre son positivos, especialmente si estos encuentran su razón de ser en la caída del consumo interno.
Ya sé que dicho bajo este panorama puede sonar un tanto cicatero, pero es que es fundamental recuperar el consumo interno, de vino y de los demás bienes y servicios. Los aires que hoy nos son favorables pueden volverse contra nosotros y no podemos olvidarnos de que nuestro futuro está en los jóvenes y que estos necesitan una educación y formación en el consumo, también de vino.