Se hace difícil entender que haya quien a la información le ponga vetos, incluso los haya quien responsabilicen a los organismos gestores de modificar los precios con estas previsiones. Me estoy refiriendo al Instituto Nacional de Vitivinicultura argentino (INV), al que algunos bodegueros y viticultores acusaron de haber ocasionado un “achatamiento” en el precio de la uva con sus pronósticos de cosecha de diciembre y posterior ajuste de febrero.
Como ya habrán podido imaginar esos pronósticos elevaban la cosecha en diciembre un 26% (Sevi 3390) y en febrero rebajaron ese pronóstico hasta el 18% (Sevi 3394) con respecto a la del pasado año. Provocando un descenso en los precios que tuvieron como consecuencia que muchas partidas que anteriormente habían ido destinadas a la elaboración de uva pasa, consumo en fresco o elaboración de vinos finos, tuviera que ir destinada a la obtención de mostos donde obtenían mejores precios.
Visto esto y tomándolo como ejemplo, uno se pregunta ¿qué deberíamos hacer en España con el Ministerio de Agricultura? que en junio –primera estimación de cosecha- vaticinaba un aumento del 4’41% y en noviembre –última estimación- ha presentado una disminución del 11’97%.
O dicho de una manera más sencilla de entender, Argentina acusa al INV de alterar el mercado al pronosticar 1’731 Mhls, que es la diferencia entre el 26% de diciembre y el 18% de febrero, y en España que se pasa de 40’283 a 33’965 millones de hectolitros, con una diferencia de cosecha de 6’319, no pasa nada. Es más, cuando se le insta al organismo público a “hacer algo” por mejorar la información estadística y “proporcionar al sector herramientas válidas de análisis que permitan planificar campañas”, su respuesta no dista mucho de encoger los hombros y decir que se hace lo que se puede.
Claro que así se entiende lo que sucede con los datos de consumo, existencias y declaraciones de producción, plantaciones, reestructuración, etc, etc. Que hacen de la planificación de una campaña un ejercicio de imaginación que ríanse ustedes de las previsiones del PIB, o tasas de paro.
O lo que está sucediendo con los precios de los vinos en esta campaña que ha habido semanas en los que prácticamente han duplicado los del año pasado, poniendo en serias dificultades la supervivencia de algunas bodegas ante la imposibilidad de repercutirlos en su producto final, y que en la actualidad están dando lugar a enrocamientos en la producción que hacen más interesante traerse el vino de fuera que comprarlo de la bodega del pueblo de al lado.
Sencillamente, no es serio. No resulta admisible para un sector que trabaja con unos márgenes tan estrechos y con una exposición al mercado exterior tan elevada, con tan escaso margen de maniobra en su actividad, que no disponga de una información fidedigna y actualizada.