Un 2025 con grandes retos por delante

Sin datos definitivos sobre la cosecha 2024/25, el Ministerio va cerrando la horquilla sobre la que, previsiblemente, deberá encontrarse nuestra producción. Franja que, a diferencia de lo que ha venido sucediendo en años anteriores, no difiere mucho de la presentada por otras organizaciones sectoriales. Si bien, es previsible que algunas regiones, como la Región de Murcia o la Comunidad Valenciana, vean disminuida su producción con respecto a estas previsiones, si los efectos que la sequía haya podido acabar teniendo son más cuantiosos de lo inicialmente estimado.

Así, el servicio de Estadística del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en su última previsión, con datos a 31 de octubre, la situó en 36.393.317 hectolitros, rebajándola en algo más de seiscientos mil hectolitros respecto a la realizada un mes antes. Lo que, en uva de vinificación, supone una producción de 4.932.878 toneladas.

De las estimaciones hasta ahora conocidas, y que no deberían diferir mucho en términos generales, llama especialmente la atención el peso que adquiere Castilla-La Mancha. Región que tradicionalmente venía representando el cincuenta por ciento del total nacional y que esta ocasión se sitúa en el sesenta. O la fuerte caída del tercio norte, con comunidades de la importancia de Cataluña, que sigue sufriendo los efectos de la grave sequía de años anteriores, donde caería un 22,49%, o Aragón, Navarra y Baleares; todas ellas con mermas por encima del veinte por ciento con respecto a la cosecha del año anterior.

Datos que, como nos referíamos al inicio de este comentario no deberían alejarse mucho de los recogidos por las declaraciones de producción y que conoceremos en fechas ya próximas. Y que (y he aquí lo más importante), en un entorno de bajas producciones a nivel mundial, están siendo totalmente incapaces de levantar los precios en un mercado que limita sus operaciones, marcado por fuertes amenazas legislativas sobre el consumo de alcohol o acontecimientos geopolíticos como la guerra de Ucrania, la estanflación en países de peso como Alemania, el control de la inflación en las principales economías o los efectos que pudiera tener para Europa la llegada de Trump a la presidencia de EE.UU., primer país del mundo por consumo.

Como así demuestran los datos de nuestras exportaciones, que si bien, con datos acumulados del mes de octubre   mantienen el tipo en valor, con aumentos del 5% para total de productos vitivinícolas (reducidos al 2,4% si nos referimos sólo a vino), no sucede lo mismo con el volumen, donde mantenemos un crecimiento del 3,3% para el total de productos, pero perdemos el 4,5% en vinos.

Volviendo al escenario nacional, destacar que, según los datos publicados por la Encuesta de Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce) hasta el pasado 30 de noviembre, el rendimiento del viñedo de uva de transformación en secano fue 5.058 kg/ha, un 15% más que en el año anterior (4.416 kg/ha). Mientras que el de regadío se situó en 8.705 kg/ha, un 4% por encima del rendimiento medio (8.361kg/ha) alcanzado en 2023.

Un 2025 que, según todo parece indicar, no va resultar fácil y en el que deberemos afrontar problemas de gran calado. Pero del que, dada la resiliencia de la que ha venido haciendo gala el sector a lo largo de su historia, conseguiremos salir fortalecidos.

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