Aseguran algunos expertos que nos encontramos metidos de lleno en una crisis de demanda y que, por consiguiente, sólo saldremos de ella cuando la renta disponible de los consumidores aumente o, al menos, encuentre un escenario más estable, lo que es lo mismo que decir: cuando vuelva la confianza del consumidor.
Sin entrar en muchos detalles sobre si ésta es la causa principal, porque seguro que no la única, de que los mercados lleven muchos meses mostrándose pesados y sus cotizaciones establecidas en la nominalidad, ante la ausencia de operaciones capaces de marcar verdaderamente el ritmo de su actividad comercial; lo que es indiscutible es que los razonamientos básicos de la aplicación de la teoría de la oferta y la demanda no están funcionando. Y que la cosecha mundial más corta de los últimos sesenta años, con apenas 244 millones de hectolitros, de los que la Unión Europea aportará en torno a los 154 Mhl, lejos de aliviar la presión sobre los precios y agilizar las transacciones; ve cómo el comercio mundial cae, como lo hace el consumo y el valor de la producción roza mínimos históricos.
Y muy posiblemente tenga mucho que ver en lo que está sucediendo el hecho de que estemos hablando de un “bien de lujo”, o dicho de una forma mucho más entendible: que, ante dificultades económicas, el consumo de vino resulta totalmente prescindible.
Aun así, conocer con cierto grado de exactitud lo que hemos producido y cuál es la evolución de nuestras existencias es un ejercicio no sólo recomendable, sino necesario, si queremos salir de este círculo vicioso en el que nos hemos metido y que amenaza con convertirse en un problema estructural que ponga en peligro miles de hectáreas de viñedo.
Como viene siendo habitual, los datos con los que contamos difieren unos de otros de manera considerable. Pues si la estimación realizada por SeVi, allá por mediados del mes de octubre, cifraba la producción en 33’6 millones de hectolitros, Cooperativas en treinta y dos y en las organizaciones agrarias, había un poco de todo, aunque ligeramente por encima de estas cantidades; el Ministerio de Agricultura en su avance de producción de julio (vigente en esas fechas) estaba en 38’3.
Hoy, gracias al Infovi, porque la estimación última publicada por el MAPA y referida al 31 de octubre, cifraba la cosecha en 34’59 Mhl, podemos decir que las declaraciones presentadas a 30 de noviembre arrojan una producción de 4.378 millones de kilos de uva que se han transformado en 28.237.003 hl de vino y 3.678.229 de mosto. Lo que supone una cosecha total de 31.915.232 hl. Lo que la situaría como la más corta de los últimos 35 años, representando un 22’29% menos que el año anterior.
Pérdida que se deja notar en las existencias, que apenas superan los cincuenta y seis millones (56’292), siete millones menos que el mismo mes del año anterior.