La sociedad cambia y con ella sus gustos y hábitos de consumo. Bien lo sabemos los que nos dedicamos a esto del vino.
Pretender mantener consumos y gustos de hace apenas unas décadas, no sólo resultaría infructuoso, sino que podría llegar a ser contraproducente.
Las necesidades han evolucionado y con ellas los objetivos que busca un consumidor al tomar una copa de vino. Valores que están muy alejados de la calidad (supuesta) y mucho más relacionados con la sensibilidad ante temas medioambientales, de salud, sociales, hedonistas… y fuertemente amenazados por el contenido alcohólico del vino.
Así lo entiende, Luigi Moio, presidente de la OIV, quien ha recalcado que, aunque hay presencia de alcohol en el vino, entre el 14-15% de su contenido, tiene “fuertes lazos con los territorios de origen de los que es un formidable embajador” y una manera propia en la que se consume, en combinación con las comidas. Defendiendo la necesidad de distinguirlo de las demás bebidas alcohólicas.
Alerta de la amenaza que supone “en Europa y en muchos países del mundo esa corriente de pensamiento que acusa al vino de ser tan perjudicial para la salud como las demás bebidas alcohólicas”. Y que “podría suponer un cambio radical en el consumo del vino”, que se traduciría en “una rápida disminución en unas pocas generaciones”.
Desde su punto de vista, hay que proteger las denominaciones de origen, que “deben salvaguardarse, custodiarse y defenderse imperativamente”, así como que, para garantizar un futuro vitivinícola a la altura del valor actual del sector, es necesario actuar con “seriedad”, desde el punto de vista de la investigación.
A este respecto, el Dr. Miguel Ángel Martínez-González, de la Universidad de Navarra, de la que es catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública a la pregunta de: “¿Deberíamos eliminar el vino de la Dieta mediterránea?”, respondía que ello supondría una reducción significativa, entre un 12 y un 24%, en capacidad protectora. Cuantificando el consumo moderado de vino en una copa al día para mujeres y hasta dos para hombres, siempre acompañando las comidas.
Si bien resaltó que estos efectos detectados son particularmente relevantes para las personas de edad avanzada, mientras que, para aquellos menores de 35 años, la abstención total de alcohol sería la opción más saludable y que en personas mayores de 40 años aún están sujetos a debate, debido a los resultados de ciertos estudios epidemiológicos y de modelización.