La puesta en marcha del Sistema de Información de Mercados del Sector Vitivinícola (Infovi) fue un paso enorme en la profesionalización y toma de decisiones del sector, suponiendo un cambio radical. Como también lo ha sido la puntual información sobre las exportaciones españolas que proporciona el OEMV, merced al acuerdo de colaboración establecido con la Interprofesional (OIVE).
Lamentablemente, no es suficiente. Los datos del consumo interno del Ministerio son totalmente inválidos, puesto que son parciales (sólo referidos al consumo alimentario en el hogar) y desactualizados (los últimos publicados corresponden al mes de abril’23). Las estimaciones de cosecha han dejado de elaborarse, por lo que sólo es posible conocer cuál es la evolución que va habiendo, pero no tener una proyección sobre cuál pudieran ser los datos conclusos. En cuanto a los precios de los vinos, escasas las plazas y excesivamente agregados y; de las uvas, sencillamente no hay información. Eso a pesar de que la Ley obliga a registrar los contratos y podría proporcionarse una información agregada.
Eso en la vertiente cuantitativa que, en la cualitativa, donde podríamos incluir el análisis de esos datos, sencillamente no existen. Sin que sea posible, para miles de viticultores y pequeñas bodegas de las que conforman el sector vitivinícola español, disponer del conocimiento mínimo requerido para la toma de decisiones que deben abordar.
Lo que les obliga a asumir como indiscutibles precios de uva por debajo de los costes de producción estimados por estudios más o menos ajustables a la realidad de cada uno. Asistir a un desprecio absoluto por los productos que elaboran, bajo el argumento de que el mercado no demanda este tipo de vino. Y los sumerge en una especie de limbo de información que les imposibilita decidir si adoptar medidas ya ante una situación irreversible o asumir como necesaria esta parte baja de la ola y aguantar a que remonte.
No saber si nos enfrentamos a una crisis ocasionada por circunstancias pasajeras; o estructural que nos obligará a tomar medidas de calado, para las que no sabemos si contaremos con las ayudas necesarias, los sitúa en una posición claramente desventajosa.
Podemos estar ante un escenario en el que será necesario reestructurar nuestro viñedo. El cambio climático así lo exige con temperaturas cada vez más altas, un mayor número de días con una insolación que paraliza la planta, largos y agudos períodos de sequía, etc.
Los consumidores, con posiciones vitales cada vez más sensibles a temas de sostenibilidad (medioambiental, social y económica) y hábitos alimenticios, donde el alcohol juega un papel muy importante…
La Unión Europea con importantes necesidades de reestructurar su gasto para hacer frente a temas de la importancia de la defensa, autoabastecimiento de componentes, ayudas sociales con las que hacer frente a la paralización de una economía dominada por una inflación descontrolada…
Y echo de menos un líder que dirija y organice todo esto, consumiéndome en la desesperación de ver cómo el sector se va desangrando sin que nadie haga nada.