Sorpresa, lo que se dice sorpresa, no ha sido el conocer las existencias con las que ha finalizado la campaña 2021/22. Que entre el vino que hay en las bodegas, almacenistas y productores de más de mil hectolitros, haya en España a 31 de julio, fecha en la que finaliza la campaña, treinta y siete millones setecientos ochenta y dos mil cuatrocientos setenta (37.782.470) hectolitros de vinos y mostos no puede asombrar a nadie.
Especialmente cuando venimos de una cosecha corta, porque treinta y cinco millones cuatrocientos setenta y un mil cuatrocientos sesenta y siete (35.471.467) hectolitros de vino y cuatro millones cincuenta y tres mil cincuenta de mosto, son pocos para un país con cerca de un millón de hectáreas de viñedo.
Aun así, hay que reconocer que se nos han atragantado un poco. O eso al menos es lo que parece si vemos la evolución que han tenido, a lo largo de la campaña, las cotizaciones de los vinos. Que empezaron cotizando la primera semana de agosto de 2021 a 25’89 euros/hectolitro los blancos y 36’02 los tintos; y han acabado, en la última semana de julio, a 37’80 y 42’00, respectivamente. Una revalorización que, considerando cosechas, exportaciones, salida de situaciones restrictivas de consumo con motivo de la pandemia… pero, especialmente, teniendo en cuenta la evolución de los precios y el incremento en los costes de producción, insumos, costes logísticos y energéticos; teniendo en cuenta las previsiones de cosecha que se manejan para esta campaña en España, pero no solo, también el resto del mundo, especialmente en los países europeos, no parecen que haya sido suficiente.
Y, así al menos, parecen estar reflejándolo las cotizaciones a las que están firmándose los contratos de compraventa de uva en las diferentes regiones españolas. Todas con incrementos que no alcanzan a cubrir lo que han subido los costes de producción y tan solo con la excepción de una variedad y zona concreta, como es el Albariño y la Denominación de Origen Rías Baixas, donde el incremento en el precio del kilo de uva ha sido espectacular, llegando a alcanzar los tres euros, evidenciando el buen momento que vive esta denominación, su bodegas y viticultores.
Con una estimación de cosecha nacional en torno ya a los treinta y ocho millones de hectolitros, cifra sobre la que prácticamente todas las previsiones pivotan (dos millones arriba o abajo). Nos enfrentaríamos a unas disponibilidades de setenta y seis millones de hectolitros, dos menos que el año pasado y, aún con todo y con ello, los precios no acaban de reaccionar con alegría.
Y es que hay mucho miedo a lo que pueda pasar con el consumo. Las repercusiones que tenga la disparada inflación, la inestabilidad que se genere en el empleo, las posibles restricciones, el corte del crédito… Son muchos los frentes abiertos para un producto de lujo, como es el vino.