A pesar de todas las malas noticias que nos inundan, hoy podemos decir que el sector vitivinícola consolida la senda alcista y, aunque lejos de máximos históricos (11’088 Mhl), es posible asegurar que el trabajo hecho antes de la pandemia, a través de su Interprofesional, en la recuperación del consumo interno de vino en España estuvo bien hecho y sus resultados fueron sólidos.
Es cierto que, cuando hablamos de mercado y consumo, toda prudencia sobre lo que puede suceder en un futuro inmediato es poca. El análisis mes a mes de las cifras puede conducirnos a falsas esperanzas (o profundas depresiones) con datos que hubiera sido mejor tomar con más cautela de la que provoca la ansiedad por ver la luz al final de túnel, que suele acompañarnos. De ahí que analizar la información con un poco de perspectiva, más cuando las circunstancias generales que nos rodean son tan excepcionales e imprevisibles, resulte fundamental.
Sin entrar en muchas disquisiciones sobre conceptos estadísticos, es posible decir que el consumo de vino en nuestro país se recupera. Que lo hace a un buen ritmo y que confiar en estar en los niveles prepandémicos, máximo de la serie histórica desde que existe la información mensual del Infovi, en seis meses; no es una utopía.
Gracias a estos datos, hoy es posible estimar con gran exactitud un consumo aparente que, calculado por diferencia entre entradas y salidas, resulta bastante fiable. Sin duda mucho más que el proporcionado por el panel de consumo del Ministerio que, además de ir con un gran retraso, es parcial, al estar referido solo al de canal de alimentación.
Diez millones trescientos ochenta y nueve mil ciento cincuenta y seis hectolitros sigue siendo una cifra que, comparada con la producción de este mismo año: 35’863 Mhl de vino y 0’472 Mhl de mosto, resulta ridícula e impropia de un país de la tradición vitivinícola de España. Y sigue siendo un importante problema sectorial a resolver, si queremos mantener la aspiración de valorizar nuestros elaborados. Pero es un gran paso hacia adelante.
Las campañas desarrolladas por la OIVE pueden gustarnos más o menos. Podemos elaborar cualquier tipo de elucubraciones sobre cuáles hubiesen sido los resultados de haberse hecho de otra manera. Pero lo realmente cierto es que lo único medible es lo que se ha hecho, que las cifras avalaban el éxito de recuperar el consumo y, lo más importante, cuando se han relajado las restricciones a la hostelería impuestas por la pandemia, sus cifras se han mostrado favorables.