Pasan las semanas y, con ellas, muchos pueblos vitivinícolas españoles van dan por concluidas las tareas de vendimia, reposando los mostos en sus depósitos a la espera de que sus fermentaciones den lugar a excelentes vinos. Y es que, en general, podríamos decir que hemos disfrutado de una cosecha sin apenas problemas.
Los mercados exigen cada vez más y las bodegas adquieren conciencia de que para poder salir ahí afuera es necesario hacerlo con un producto diferente. La calidad está muy bien y se presenta como el primer requisito de cualquier vino a comercializar, pero está muy lejos de poder considerarse una virtud con la que ganar mercados. Conseguir hechos diferenciadores que valoricen un producto requiere de una buena cosecha, unos buenos vinos y de una gran capacidad de trasladárselo al consumidor.
Treinta y ocho millones de hectolitros estimados por Cooperativas y el Ministerio de agricultura, extremo inferior de horquilla que encuentra en los treinta y nueve, cifra hacia la que nos acercamos nosotros, el límite superior, es una cosecha lo suficientemente corta como para que las históricas cifras de existencias con las que abríamos la campaña no nos pongan en la mesa unas disponibilidades a las que no podamos hacer frente en su comercialización. Pero eso es solo en teoría, porque luego la experiencia nos indica que campañas donde las circunstancias apuntaban hacia grandes oportunidades para nuestras bodegas de cara a aumentar el valor de nuestros elaborados, se quedaban en nada, llegando incluso a presentarse algunos problemas de precios o existencias más allá de las calculadas.
Situaciones como a la que nos enfrentamos en la guerra comercial abierta por Estados Unidos contra algunos países de la Unión Europea, con amenazas de aumento de los aranceles en un veinticinco por ciento, no animan a pensar en una campaña tranquila. Y aunque es el país al que más caro le vendemos, su volumen tampoco es de esperar que se vaya a ver tremendamente afectado. Aunque mejor será seguir exigiendo a nuestros representantes que lleguen a acuerdo con la administración norteamericana que ponga fin a un conflicto que evidencia a la perfección la vulnerabilidad de nuestro sector y las grandes barreras a las que deben enfrentarse nuestras bodegas en esa cacareada globalización de los mercados mundiales. Mucho más teórica que práctica en muchos de los casos.
Pero quedémonos con lo que es una realidad y dejemos para más adelante las posibles dificultades a las que debamos enfrentarnos. Tenemos ya en nuestras bodegas la gran mayoría de la cosecha, la sanidad del fruto ha estado rozando la perfección en la mayoría de las bodegas y la calidad de los vinos y mostos elaborados será espectacular. Confiemos en que esto, y los precios tan contenidos a los que se han comprometido las uvas, sea un punto de partida para nuestras bodegas lo suficientemente sólido con el que alcanzar una mejor comercialización.