Para bien o para mal, nuestro futuro, el de todo el sector vitivinícola, depende en buena medida de Europa y más concretamente de los fondos que desde allí nos llegan. Gracias a ellos reconvertimos y reestructuramos nuestro viñedo (72,5 M€), realizamos campañas de promoción en terceros países (50 M€), destilamos los subproductos (31,8 M€), invertimos en nuestras bodegas (56 M€) y en el nuevo PASVE 2019-23, recién aprobado por el Ministerio, también se abre la posibilidad de que de los 210,3 M€ una parte pueda ir destinada a la vendimia en verde.
Cifras que apenas difieren de los pagos realizados en el Programa de Apoyo del 2016 por un importe total de 212,456 M€ y en el que la reestructuración concentró el 35,29%, las inversiones el 27,02%, la promoción el 23,37%y la destilación de subproductos el 14,31%.
La novedad del plan 2019-23 no reside tanto en el importe o las medidas de aplicación, que tal y como hemos visto apenas difieren de las utilizadas en los anteriores, como de las grandes incertidumbres que se ciernen sobre el presupuesto comunitario y sus posibles repercusiones en la Política Agraria Común (PAC) de la que dependen estos planes.
Una salida de la UE del Reino Unido efectiva en marzo del 2019, con el consiguiente quebranto económico que supone la pérdida de entre doce mil y catorce mil millones de euros de contribución neta que representa. Junto con voluntad de modificar las políticas sobre refugiados, defensa, exteriores, empleo, jóvenes, cambio climático, etc. hacen que solo para los dos primeros años 2019 y 2020 estén garantizados los fondos, mientras que para los tres restantes el Marco Financiero Plurianual pudiera sufrir como consecuencias una rebaja de esta cantidad.
Esta situación, la de rebajar sustancialmente los fondos que nos llegan de la Unión Europea, por más anunciada que esté siendo, llegará y debemos estar preparados para ese momento. El sector vitivinícola español está dedicando la parte más importante de los planes comunitarios a adecuar nuestros viñedos a las variedades y tipologías de vinos que demandan los consumidores con el fin de poder disponer de unos productos competitivos. Los resultados comienzan a resultar incontestables viendo la evolución de nuestras exportaciones. Confiemos que en estos años en los que todavía contemos con ayuda con la que hacerlo, seamos capaces de que esa competitividad se vea reflejada también en la rentabilidad de nuestros viticultores gracias a un precio que se aproxime más al valor de nuestros productos.