De una forma o de otra, parece que todo el mundo se ha vuelto contra el modelo de indicaciones de calidad. Un modelo que ha hecho posible llevar a los vinos europeos al top de los vinos en el mundo, que ha facilitado el acceso de los consumidores a un producto complicado en su elección y que, especialmente, ha significado una garantía de origen de máximo nivel, cuando los organismos certificadores estaban en otros productos muy alejados de los alimenticios.
¿Tenemos que hablar en pasado? Eso me pregunto yo cada día, ya que en estos últimos meses no hay día que no amanezcamos con algunas noticias que de una forma u otra cuestionan la continuidad del modelo o ponen de relieve algunas de sus más destacables carencias.
No hay ninguna duda de que el papel que han jugado en estos últimos cincuenta años en el mundo del vino ha sido fundamental, como tampoco que al modelo le pueden quedar muchos años de vida. Eso sí, hay que adaptarse a los nuevos tiempos, sistemas de control, consumidores, medios de comunicación, etc., etc.
Y aunque la Comisión Europea esté acostumbrándonos a un ir y venir en sus pretensiones, con documentos de trabajo iniciales que deben ser retirados y vueltos a plantear con políticas y visiones completamente diferentes. Eso debería, al menos a los del sector del vino, preocuparnos y alertarnos; ya que es un síntoma evidente de que la sensibilidad que antaño demostraba la Comunidad Económica Europea ha dado paso a un frío grupo de burócratas para los que las cuestiones de índole comercial y económica parecen haberse impuesto en la Unión Europea.
Hasta el momento, el sector puede presumir de ser el primero en haber echado atrás una propuesta de reforma de su Organización Común de Mercado, de haber conseguido levantar el veto impuesto por la todopoderosa China, o de obligar a la Comisión Europea a retirar el documento de trabajo inicial sobre las nuevas normas de comercialización de vino, que es lo último que ha sucedido la semana pasada.
¿Pero hasta cuándo seremos capaces de ir frenando estas iniciativas?
El sector se enfrenta a un consumidor con una visión del vino completamente diferente a la de sus padres y abuelos. Y debe luchar por conseguir llegar a él recuperando una parte del consumo perdido. Pero parece que también tiene un frente abierto en el ámbito político de la Comisión, y eso no es tan notorio.
Solo un par de reflexiones rápidas y generales, porque es evidente que el tema —sin duda muy complejo— daría para largas discusiones. En primer lugar, cualquier sistema de sellos de calidad tiene como pieza central la reputación (tanto en su sentido tradicional como en el que ahora se usa en las redes). Un solo garbanzo negro puede dejar en entredicho a toda una estructura de denominaciones o indicaciones de calidad. Y todos sabemos que ‘haberlos haylos’ y que eso hace mucho daño.
En segundo lugar, si en un determinado sector florecen por doquier los sellos de calidad, el valor individual de cada uno de ellos se diluye en el total. «Si todo es urgente, nada es urgente», reza el dicho. Si todos son ‘buenos’, el hecho diferencial (que es el objetivo final de los sistemas de sellos de calidad) desaparece, queda en papel mojado.
En la última década (o menos) han aparecido en España al menos un par de docenas (o más) de indicaciones vinícolas de calidad de distintos niveles. Sin ánimo de menospreciar a ninguna, ¿cuál es su verdadero valor diferencial?, ¿son realmente homologaciones serias y profesionales, o son solo herramientas de marketing?
No tengo soluciones, lo siento. Quizá debiéramos plantearnos algo así como las homologaciones industriales, con un solo organismo independiente que asignara las certificaciones.
Como dice Salvador, nuestro sector puede presumir de batallas ganadas, sin duda. Y, en efecto, ni la deriva de las instituciones europeas invita al optimismo, ni los consumidores de hoy en día son los que fueron. Por eso mismo, quizá habría que empezar a pensar que la sensibilidad bien entendida empieza por uno mismo.
Pero ya digo, no tengo respuestas. Solo reflexiones.
Soy auditor en Sygma Certification, entidad acreditada por ENAC para la certificación de Vino de la Tierra de Murcia y Vinos Varietales en todo el territorio nacional, aprovecho el post para realizar una serie de reflexiones, desde una perspectiva práctica y participativa, según lo que estoy observando en el sector de la certificación del vino:
1º) La UE en 2006 publico Reglamento por el cual todas las marcas de calidad con pliego de condiciones de la UE debían de estar en Mayo del 2010 bajo esquemas de certificación de producto acreditado, ! 4 años parecían a priori un plazo razonable!, y más cuando por aquellas fechas algunas Consejerías de agricultura habilitan el acceso de ayudas con fondos europeos y nacionales, a los organismos de certificación existentes que no disponían de acreditación, para que adapten sus sistemas de control y se acreditasen bajo la norma internacional que reconoce a los certificadores de producto, ISO 17065 . Estamos en 2016 y todavía queda mucho recorrido por hacer………….
2º) Sin generalizar ni mucho menos, pero todos sabemos la falta de control riguroso, independiente que se ha dado en diferentes marcas de calidad, con lo que al final lo unico que se vendia es publicidad de marca, pero no conformidad con pliego de condiciones, y de esto quizas no esta correctamente informado el consumidor final,
3º) La nuevas marcas de calidad surgidas en los últimos, ya han sido creadas por el sector y autorizadas por las Consejerías de Agricultura y la UE según el nuevo marco normativo, por lo que se están certificando con esquemas de control acreditados.
4º) Mientras queden marcas sin acreditación, estarán incumpliendo legislación UE (ver pto 1) con el consentimiento de las autoridades competentes, Consejerías, que a su vez están reconociendo nuevas marcas con procesos de certificación acreditados. ¿Por que estas bicefalia a nivel Político?, ¿Por que algunas Comunidades Autónomas solo permiten entidades de certificación acreditadas para el control del vino, y en otras coexisten esquemas de certificación acreditados y no acreditados?, a mi juicio esta bicefalia también política general una competencia desleal a nivel del control al que se ven sometidas las bodegas, entre organismos de certificación, y al final en el producto final que llega al a consumidor?. Vivo situaciones en bodegas donde certificar por ejemplo un pequeño porcentaje de sus vinos como varietales, y en las primeras inspecciones se sorprenden del tipo e intensidad de control, puesto que el % mayor de su vino por ejemplo DO no tienen tal nivel de exigencias de control, cuando ademas históricamente esta reconocido con una marca de nivel superior.
5º) En resumen los consumidores y agentes comercializadores, debería conocer que las marcas de calidad o indicaciones facultativas del vino son más creíbles si cuentan con un proceso de certificación acreditado, que en resumen profesionaliza mas el sector, y las marcas de calidad que se resistan a este cambio en favor de mantener estructuras de control de, «yo me lo guiso yo me lo como», deberían de reflexionar seriamente y adaptarse a los nuevos restos, como estan pasando en otros ámbitos del controla alimentario.
Esto son realidades con las que me encuentro en mi dia a dia, y otras muchas que seria motivos de interesantes debates. Gracias por el articulo y la posibilidad de opoinar. Que tenga un buen dia.