Parece bastante claro que cualquiera que quiera vender una botella de vinos a treinta euros, no tiene más alternativa que el vidrio para el envase y el tapón de corcho para el cierre. Hasta aquí todo perfecto. Pero… ¿y si en lugar de estar hablando de treinta euros (por decir algo), lo hacemos de dos (también por poner una cifra)?. La cosa no está tan clara, ¿no?
Muy posiblemente no, y dependerá mucho del mercado al que nos dirigimos.
Tragon Corporation, empresa dedicada a la realización de estudios de mercado vinícolas en Estados Unidos, afirma en un reciente estudio que en este país el 61% de los encuestados prefiere el tapón de corcho al de rosca, que solo es elegido como primera opción por el 3% de los encuestados.
La asociación del tapón de corcho con la imagen de vino de calidad sería una de las principales razones que justificarían esa preferencia, y lo que explicaría que cuando hablamos de un momento especial en un restaurante, o utilizamos el vino como un elemento de regalo, no exista alternativa a este cierre. Ya que la mitad de los consultados asocia baja calidad a los otros cierres.
Si nos preguntamos lo mismo en la vieja Europa, Astra Ricerche, en Italia; y Opinion Way, en Francia; también llegan a conclusiones similares. Los italianos porque consideran que el corcho es el cierre que mejor protege al vino, ofrece un ritual de apertura más atractivo y es, prácticamente, el único admitido por los consumidores cuyas edades estén comprendidas entre los 45 y 54 años.
Los franceses argumentan su predilección por el corcho en que es el mejor sello para un “Gran Cru”, que lo prefieren para un regalo, que es sinónimo de calidad, permite conservar más tiempo y mejor el vino o que contribuye al medio ambiente.
Como vemos dos visiones un tanto distintas en sus razonamientos. Mucho más superficiales y de imagen en Estados Unidos, y basados en la calidad en los dos países europeos; pero coincidentes en sus conclusiones.
De España no dice nada el artículo publicado por el Magrama en su quincenal “Noticias del Exterior”. Debe ser que al no ser exterior no importa lo que suceda en nuestro mercado o que, sencillamente, no disponemos de ningún informe que permita a nuestras bodegas mejorar el conocimiento de nuestros consumidores sobre la percepción que tienen de este cierre u otros muchos aspectos.